Hace unos días os hablaba de mis andanzas por el municipio de El Franco con un par de pequeños guías que me enseñaron sitios increíbles. Nos lo pasamos genial.
No faltaron sonrisas y naturalidad en esta sesión a la vera de la Ría de Navia. Tuvimos un precioso día nublado con una luz muy especial en la que la mirada de Bruno brilló con elegancia.
Para mí es importante que exista una conexión con la gente que retrato. Hay que darse el tiempo hasta conseguirla, para luego articular todo el trabajo desde ese punto de empatía que será el único y verdadero camino hacia una fotografía personal, natural y viva.
Y así de divertida fue la sesión de comunión con mi amigo Bruno, en un sitio especial que él eligió y yo no conocía. Gracias a estos pequeños estoy conociendo el occidente de Asturias sin darme cuenta.
Si ellos son magia, ¿no creéis que su fotografía de comunión también debería de serlo? Se lo merecen. Enhorabuena Bruno y muchas gracias por confiar en mí.
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